miércoles, 4 de noviembre de 2020

El desvergonyiment de la senyora Cinta, no té límits: 

Anys sense voler negociar el conveni estatal, per a millorar les condicions econòmiques i laborals i ara es pregunta això, com si ella no fos responsable de la Precarietat de la dependència?

Cinta Pascual:

Presidenta del Círculo Empresarial de Atención a las Personas (CEAPs) / Acra


 

tv3/telenoticies/migdia MINUT 42´47´´ )

 

“Quan milloraren les condicions laborals dels treballadors de veritat, amb un increment que posi els nostres treballadors allà on toca?

Ho entendrà tothom que es molt difícil.”

 

NOTICIA 

L’Executiu destina 35 milions d’euros a una pujada de tarifes per als sectors de la gent gran, la discapacitat i la infància, que es desglossa de la manera següent: 20 milions per a gent gran, 7,5 milions per a discapacitat i 7,5 milions per a infància. Es tracta del compliment del compromís polític assumit amb la tramitació de la llei de pressupostos del 2020 per a les places públiques del sistema de serveis socials i tindrà efectes retroactius des del gener.

El creixement de tarifes oscil·la entre l’1,2% i el 6,8% del preu actual i ha de revertir necessàriament –així consta en el decret de Govern– en la millora de les condicions laborals i salarials dels treballadors i en la qualitat assistencial als usuaris.


martes, 3 de noviembre de 2020

“Pocos pueden igualar el don de Moore para agitar conciencias.”

¿Qué diría de la situación actual de las residencias?

Los políticos en Europa, y como no en España y concretando en Catalunya, en el Sector de la Dependencia solo luchan para Reducir y Privatizar los servicios Públicos, y de paso que los ricos se enriquezcan mas.

El dinero es lo primero.

Las trabajadoras de residencias, están tan perdidas, que ni siquiera saben que reclamar. (Se sienten comodas con el enemigo).

Si juntas precariedad, pobreza, salarios bajos y falta de recursos, ¿Quién tiene tiempo para protestar? Crees que debes hacerlo, pero hay que mantener a la familia.

Nadie quiere trabajar aquí, pero nadie puede dejar de hacerlo.

…y entonces la gente empezó a morir de COVID

y si este brote epidemiológico, lo ligamos a la precariedad en las Residencia , el resultado :Más de la mitad de todas las muertes por COVID, han sido en Residencias.

Sabían lo que pasaba, no solo era por el COVID, también era por la corrupción política, y se cometieron errores, resultado:Una pesadilla de injusticia, pobreza y pérdida de la dignidad.

Los políticos no tienen ni idea de cómo se trabaja en las residencias, y menos en el sector Privado. Merecemos que alguien luche por nosotras, y no por las empresas.

Seguimos viviendo al día, porque no ganamos casi nada.

Estamos hartas de ser ignoradas, maltratadas, esclavizadas y de falta de personal… y por supuesto no queremos menos de lo deseado, y no queremos que se deje a nadie tirado (Limpieza, lavandería, cocina, etc) queremos lo mismo para todas.

Esto va tardar bastante tiempo en arreglarse (Mucho tiempo), hay demasiados puntos de vista de todo tipo.

…y los políticos, están configurados para trabajar lentamente, el proceso legislativo es lento y luego están los grupos de presión y los intereses económicos y políticos diversos "lobbies"” mas bien conocidos como fondos Buitre”

Por si fuera poco, las cosas han empeorado con el COVID, y todas las miradas están puestas sobre nosotras…

Si tenemos el valor de Plantarnos…

(Texto de el documental Fahrenheit 11/9 )


 

 

 

lunes, 24 de agosto de 2020

msf.es Informe Residencias Covid19 (2)

 

Debe haber cambios que eviten que la situación de desprotección de los mayores se repita

El propósito del documento es compartir la experiencia de MSF en la crisis y aportar una serie de recomendaciones orientadas a provocar cambios para la actual respuesta y para la preparación ante nuevos brotes de COVID-19 u otras enfermedades infecciosas.

Todo ello se realiza en aras de reducir la mortalidad en las residencias y procurar que las personas que viven en estos centros reciban una atención digna y de calidad y que el personal que cuida de ellas tenga garantizada una protección adecuada.

La estrategia de priorizar la red hospitalaria sin detectar a tiempo que las personas más vulnerables estaban en las residencias hizo que estas estrategias también fracasaran a la hora de proteger a los mayores.

Se falló y abandonó a las personas más vulnerables y afectadas por la COVID-19.

Nuestro objetivo es contribuir a evitar que se repita la

inaceptable situación de abandono y desatención de las necesidades de salud y cuidados de las personas más vulnerables, nuestros mayores, así como la falta de protección de las personas más expuestas, el personal de las residencias. La asistencia sanitaria a las personas mayores y la protección de quienes las cuidan no son una opción: son una obligación médica, ética, social y normativa, tanto a nivel local, autonómico y regional como a nivel estatal.

Además de la dimensión técnica, los equipos de Médicos Sin Fronteras abordaron la dimensión más humana y ética: el trato y cuidado digno y el refuerzo de la autonomía del paciente. Dimos apoyo al personal de las residencias para facilitar la movilidad de los residentes (cuando fuera posible y respetando estrictamente las medidas de protección),

A efectos de alcance, este informe considera personal de las residencias al personal cuidador, sanitario, de limpieza, lavandería, cocina y mantenimiento, educación y trabajo social, así como al personal especializado que interactúa y participa de las actividades que se desarrollan en un centro residencial de mayores.

No obstante, era y es importante compartir los datos públicos sobre la cifra de personas infectadas y fallecidas, incluso de manera imperfecta, para poder alertar a los responsables que correspondan sobre la magnitud del impacto en la salud de los mayores que han tenido las decisiones que se han tomado durante la pandemia y lograr su atención y una asignación proporcional de recursos

Los mensajes y dificultades clave trasladados en la interlocución con las autoridades fueron los siguientes:

• Ausencia de información trasparente, liderazgo y acciones claras y decididas para atajar el brote en las residencias.

Deficiencias en la prevención y control de infecciones y necesidad de un perfil profesional que asuma la supervisión de estas tareas.

• Falta de capacidad aumentada y refuerzo de programas de atención primaria.

• Falta de derivación hospitalaria oportuna.

Insuficiencia de equipos de protección individual, protocolos y formación adecuada para su uso.

• Falta de claridad en los protocolos al final de la vida y de despedidas, y dificultades manifiestas en las despedidas de familiares.

Necesidad de mejora en el trato, cuidados y dignidad del paciente.

• Ineficiencia y retrasos en las estrategias de diagnóstico.

Falta de recursos humanos con disponibilidad y formación.

El 8 de mayo, MSF insiste por carta al Ministerio de Sanidad sobre la necesidad de “un plan de movilización de personal efectivo y proporcional a las necesidades de los residentes para unos cuidados de calidad y un trato digno en recursos personales y materiales de protección, así como la dotación de los recursos necesarios para la gestión geriátrica en atención primaria”.El 19 del mismo mes, se refuerzan estas mismas peticiones en una carta

PERFIL DE RESIDENTES: VULNERABILIDAD

Y ALTA MORTALIDAD

Las personas mayores que viven en residencias están en una situación especial de vulnerabilidad frente a la COVID-19 por diversos motivos:

Habitualmente, son personas de edad avanzada que presentan pluripatologías, comorbilidades y enfermedades crónicas, que debilitan su estado de salud y su resistencia frente a una infección.

• Las rutinas de convivencia estrecha y dinámicas comunitarias facilitan la propagación de los virus.

Las tareas de cuidado personal, especialmente si los residentes tienen cierto grado de dependencia, requieren contacto físico estrecho. Actividades como lavar el cuerpo, vestir, alimentar o ayudar en el baño facilitan el contagio.

El personal encargado de estos cuidados entra y sale de las residencias y a menudo trabaja en varios lugares, debido a la precariedad laboral, lo que aumenta la posibilidad de contraer y propagar el virus entre diferentes centros.

La situación de la COVID-19 ha revelado que no existían en las residencias mecanismos de respuesta adecuados a esa vulnerabilidad o fragilidad de las personas mayores, lo que se tradujo en una elevada mortalidad y convirtió a esta población en la más afectada por la COVID-19, y también en la más abandonada.

EL MODELO DE LAS RESIDENCIAS EN ESPAÑA

El alto índice de mortalidad que la COVID-19 ha provocado en las residencias revela que una buena parte de las dificultades durante la crisis estuvieron ligadas a las deficiencias estructurales, así como a la precariedad laboral y a recortes en el sector que han sido contrastados.

Para MSF, el debate no está en el cambio de un modelo por otro, o en si las residencias tienen que pasar al Sistema Nacional de Salud o deben seguir siendo parte de los servicios sociales, o en si la gestión debe seguir descentralizada en la comunidad autónoma, o en si el modelo debe ser público o privado. Para MSF, el debate debe estar en cómo asegurar que las personas mayores y sus necesidades de cuidados y salud se pongan en el centro del modelo.

Los requisitos y las obligaciones que cumplan y contraigan quienes asuman la responsabilidad del cuidado de estas personas tienen que estar a la altura de los desafíos que esta crisis ha evidenciado. Esta situación no se debe repetir.

Las residencias tenían un déficit estructural de recursos y de supervisión sanitaria y ningún plan de contingencia. Esta combinación hizo inviable la respuesta a la epidemia. Carecían de recursos sanitarios y asistenciales, lo que tuvo un impacto directo en la salud de los residentes, cuando recayó en estructuras diseñadas para situaciones sociales (de vivienda o residencia) la responsabilidad de un recurso sanitario de urgencia, de vida o muerte. Esto condujo a que la asistencia médica quedara desatendida, a una alta mortalidad y a una merma en la calidad de la atención social. Muchas personas mayores murieron aisladas y solas, hasta el punto de que, en algunos casos, se las encontró ya sin vida en sus habitaciones al cabo de varias horas o incluso días.

las residencias y sus servicios se rigen y gestionan mediante una combinación de proveedores y de entidades públicas, privadas con ánimo de lucro y privadas sin ánimo de lucro, El sector de las residencias está cada vez más dominado por proveedores privados con ánimo de lucro. Entre los numerosos familiares con los que estuvimos en contacto, entre otras fuentes, existe una preocupación generalizada por la disminución de los estándares de calidad como resultado de los esfuerzos para contener los costes y generar los márgenes de beneficio esperados.

En términos de gestión de las plazas, el 84,8% de todas las plazas residenciales están gestionadas por empresas privadas

Las personas más

vulnerables deben

ser la prioridad de

cualquier modelo

de atención

Si sabíamos que este virus es muy contagioso y se ceba en las personas mayores, ¿por qué hemos tardado tanto en protegerlas? ¿Qué ha fallado? ¿Qué podemos hacer para que no se repita?

FALTA DE ANTICIPACIÓN Y DE PLANES

DE CONTINGENCIA

La situación de epidemia en España reveló la importancia de los planes de contingencia, que anticipan escenarios de epidemia y respuestas operacionales adecuadas. En el caso de las residencias de mayores, esta falta de anticipación tuvo un efecto devastador. Según las estimaciones de Sanidad disponibles y aún por confirmar, el número de personas fallecidas en las residencias oscila entre las 27.359 y las 32.843.

La repercusión negativa de esta falta de anticipación aumenta cuando la respuesta depende además de una multiplicidad de interlocutores, como se ha explicado ya en el apartado dedicado a la gestión de las residencias en España: Consejerías de Servicios Sociales y de Sanidad, Diputaciones, Ayuntamientos, servicios de atención primaria, servicios de salud pública, patronatos de las fundaciones y gerencias de centros privados y de centros religiosos. Todas estas instancias deben trabajar de manera coordinada y con una estrategia común, debatida y consensuada de antemano, en la que los roles y responsabilidades de cada cual estén bien determinados. La complejidad de los modelos (gestión pública, concertada, privada, fundaciones y órdenes religiosas) no hace sino aumentar esa necesidad de anticipación, ya que la fragmentación favorece los cuellos de botella y el retraso o acierto en el proceso de toma de decisiones.

La falta de entendimiento entre las Administraciones gobernadas por diferentes partidos políticos y las desconfianzas entre los propios órganos de Gobierno responsables de la legislación, supervisión y fiscalización de las residencias, así como la dependencia presupuestaria del Estado o de los familiares, pesaron, en ocasiones, más que el dar una respuesta eficaz e inmediata a las necesidades identificadas. El volumen de negocio del sector privado, que como vimos corresponde al 72,8% en España,  dificulta aún más las tareas de vigilancia, coordinación y supervisión por parte de la Administración y ejerce una presión mercantil sobre los procedimientos, que conduce en muchos aspectos a la indefinición, así como a la indefensión de los residentes y familiares cuando se produce una falta de atención sanitaria adecuada.

Aquí hubo dos residencias que quisieron cerrar a las visitas en la última semana de febrero y en la primera de marzo, cuando ya se iban conociendo casos.

Esta falta de planificación invita al caos en situación de crisis: déficit de asistencia médica y de las posibilidades de derivación de pacientes a los hospitales,…negligencia en los aspectos humanos del confinamiento, dificultades en el suministro de los materiales de protección y de higiene, …ausencia de planes para cubrir las bajas de personal, falta de de estrategias para la prevención del contagio, incertidumbre en el liderazgo

Alta ocupación de los centros en el momento de la crisis

chocaba con el hecho de que la mayoría de las residencias estuviesen casi al 100% de su capacidad al comienzo de la crisis.

La resistencia de muchos centros a su ejecución procedía de la carga de trabajo del personal, ya desbordado y diezmado por las bajas médicas, a la hora de realizar labores extras de desinfección

Respiraban un poco cuando les decías que la desinfección profunda de paredes, de suelos, de armarios, de camas, la íbamos a hacer nosotros, porque no veían cómo podían dedicarse a esto con tanto personal de baja y tantas cosas por hacer en momentos tan críticos.

Esta barrera mental disminuía cuando sentían que no iban a estar solos en esa tarea, pero persistía el miedo a mover a las personas, con todas sus pertenencias, de un lugar a otro, para crear zonas limpias y sucias. Preferían muchas veces que los mayores, mientras no hubiese resultados fiables de las pruebas, quedasen encerrados en sus habitaciones, en lugar de reagruparlos en zonas, por miedo a perder el control y que todo el edificio se viese así contaminado. El resultado era espantoso: una sucesión de puertas cerradas, en ocasiones con llave, y personas golpeando y suplicando por salir. Un horror”.

Sin embargo, la disponibilidad de EPI no bastaba para mitigar de manera eficaz la transmisión del virus. Al contrario, la mala utilización de los equipos de protección se convierte fácilmente en vector de contagio entre personal y residentes. En la maniobra de ponerse y quitarse las batas, los buzos, los guantes, las pantallas y las mascarillas es donde se asume el mayor riesgo de contaminación.

Así lo relata Laura, auxiliar de enfermería en una de las residencias privadas que recibieron el apoyo de MSF:

Nosotras estamos acostumbradas, bien o mal, a trabajar con materiales de protección como los guantes y las mascarillas, pero en las residencias hay mucha gente que no sabe usarlos. Las cuidadoras, el personal de mantenimiento y limpieza o el personal de cocina están despistadísimos y al final es un caos. Unos van sobreprotegidos por todas partes, sin diferenciar en qué zona estén, llevando la contaminación de un lado a otro, y otros van a pelo, como quien dice, sin preocuparse de protegerse porque es muy incómodo, y, ‘total, ya está todo infectado’, te dicen. Yo he hecho lo que he podido para sensibilizar a todos, armonizar el uso, para que lo que cuida un turno no lo estropee el otro, y sobre todo para que se lo pongan y se lo quiten en el sitio correspondiente y de la manera adecuada; pero aquí tenía que haber venido alguien para hacer este trabajo de forma experta y metódica. Aquí y en todas las residencias, porque a mis compañeras en otros centros les pasa igual. Pero en nuestro caso, con el poderío que tiene esta empresa, resulta increíble que no se hayan molestado en dar una formación. Se han dejado las cajas con los materiales y ya, a aprender solitos. Habéis tenido que venir vosotros para que la gente aprenda a utilizarlo”.

En los centros de salud nos ha faltado un responsable de riesgos biológicos, alguien que se preocupara de que tuviésemos los equipos, estuviésemos formados en su utilización y pudiese darnos seguridad en lo que hacíamos”

FALTA DE ORGANIZACIÓN, DIRECCIÓN Y RECURSOS

HUMANOS EN LAS MEDIDAS DE CONTROL DEL CONTAGIO

Durante esta epidemia, quedó claro que, para ofrecer asistencia sanitaria  y no solo social en residencias de mayores, se deben tener recursos humanos adecuados tanto en número como en cualificación, para garantizar una atención adecuada.

En ninguna comunidad

autónoma es obligatorio

que las residencias

tengan personal de

enfermería disponible

en turno de noche

La escasez de personal experimentado se agrava por las precarias condiciones laborales, así como por la percepción de que el trabajo es poco cualificado; tanto es así que las trabajadoras migrantes constituyen una gran proporción de la fuerza laboral, pues las condiciones distan mucho de ser atractivas para el mercado nacional.

Las ratios actuales de personal [por residente] de las normativas son insuficientes, especialmente en las ratios de auxiliares-gerocultores/as

Para empeorar las cosas,el número creciente de personal de baja, sin una estrategia alternativa de contratación para mantener o incluso incrementar las ratios de recursos humanos, obligó al personal restante a asumir otras tareas sin recibir instrucciones precisas. Hubo muchas bajas por enfermedad en las gerencias de los centros y el personal más cualificado para asumir labores  organizativas, y quienes no enfermaron se vieron  rápidamente desbordados y obligados a multiplicar sus funciones, perdiendo muchas veces de vista las tareas esenciales de gestión, supervisión y coordinación del resto de la plantilla. La ratio de paciente por cuidador también impacta en la adherencia al tratamiento (que muchos residentes reciben para sus enfermedades crónicas), dados los problemas de abastecimiento en los centros y la falta de recursos humanos para asegurar las tomas regulares y las prescripciones.

Todo ello dificultó también la humanización de los confinamientos de los residentes y la implantación de medidas que preservasen la convivencia, la calidad de los cuidados, las rutinas básicas de movilidad y de sociabilidad y, en definitiva, la dignidad. Decisiones a veces evidentes para quienes llegábamos de fuera estaban fuera del alcance de quienes trabajaban en condiciones de estrés,angustia, desconcierto y agobio por la sensación de no llegar a todo lo que había que hacer.

Una de las recomendaciones clave de MSF, también recogida por el CDC para los casos de COVID-19, 48 es incluir una figura de Prevención y Control de Infecciones en residencias y centros de atención primaria, debido a la amplitud de actividades necesarias.

El retraso en la llegada de los resultados del test PCR contribuyó asimismo a la ineficacia de los protocolos, puesto que las personas testadas debían ser aisladas hasta la llegada del diagnóstico, para evitar que pudieran infectarse tras la realización de la prueba, algo que muy pocas residencias lograron llevar a cabo. Ese retraso contribuyó

asimismo a que el tratamiento de otras patologías importantes fuese postergado o subestimado, con el consiguiente perjuicio para la salud de muchas personas; este impacto aún está por valorar.

DENEGACIÓN DE DERIVACIONES A LOS SERVICIOS

HOSPITALARIOS: ¿NEGLIGENCIA U OMISIÓN DEL DEBER

DE SOCORRO?

Derivaciones hospitalarias y su alternativa: testimonios

Entre finales de marzo y principios de abril, cientos de residentes vieron denegada la solicitud de acceder a los servicios de urgencias e ingresos hospitalarios, restringiendo su acceso según comunidades autónomas y días de evolución de la epidemia. Sin alternativa, las residencias se vieron obligadas a mantener alojados a pacientes positivos con pronóstico muy grave.

Según datos del Gobierno, entre 27.000 y 33.000 personas fallecieron en las residencias, muchas de ellas sin ser trasladadas a un hospital. El último informe de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica, de finales de mayo, señalaba que un 44% de las personas mayores que se contagiaron en las residencias nunca fueron derivadas a un hospital y fallecieron en sus centros. Esta práctica implica además una progresión perversa: no hablamos de la salud de un individuo, sino de una cuestión de salud pública, de la salud de todo el grupo, que no solo afectó a los pacientes con COVID-19, sino también a pacientes con otras patologías y a sus cuidadores. En esta situación, el virus se extendió rápidamente y afectó a residentes y personal, que, sin medios adecuados para protegerse, fue enfermando, de forma que las plantillas quedaron mermadas.

El inaceptable resultado fue el altísimo número de contagios y fallecimientos en circunstancias indignas.

Hay que humanizar la respuesta: acompañar y dignificar. Es necesario comunicar de una forma comprensible, pero sobre todo con especial atención a las particularidades propias de la edad avanzada y su deterioro cognitivo generalizado. Deben explicarse las circunstancias y el motivo del asilamiento y la prohibición de las visitas, con un lenguaje comprensible, ya que a estas personas se les pide que cambien su comportamiento, que se distancien de otras personas, que se aíslen, que dejen de ver a sus familiares, que se comuniquen solo con móviles y tabletas, y en general que cambien sus rutinas.

Algunas de las deficiencias relacionadas con los cuidados paliativos en los días más duros de la epidemia, tal y como las han relatado personal de residencias y familias, son las siguientes:

Carencia de protocolos para el tratamiento contra el dolor, la hidratación y los cambios de postura (prevención de escaras y ulceras por presión).

El confinamiento

transcurrió para los

mayores sin más

apoyo emocional que

el que les procurara el

desbordado personal

de la residencia

 

“Buena parte del

personal de residencias

se ha visto de la noche

a la mañana en medio

de una pesadilla”

Ya desde el primer día, nos dimos cuenta de que, para ayudar en las residencias, lo primero sería sacar al personal del túnel en el que estaba metido. Trabajaban sin descanso, con la sensación de ir por detrás de todo, inseguros sobre lo que hacían y dolidos por el poco reconocimiento que sentían por parte de la sociedad. ‘De nosotros se acuerdan solo cuando aparece alguna denuncia por maltrato, pero, a la hora de aplaudir a los héroes de la pandemia, ni se nos menciona’, nos han dicho en más de un centro. Hemos encontrado a mucha gente doblando turnos porque alguien estaba de baja, asumiendo tareas que no eran las suyas y sufriendo por la situación de los residentes, con los que muchos tienen vínculos que van más allá de su compromiso laboral. Son vínculos emocionales, construidos durante años trabajando por su bienestar, y de alguna manera se consideran familia. Veías además el miedo por sus propias familias, el miedo de regresar a casa después de pasar todo el día en un ambiente contaminado. A diferencia del personal sanitario, más acostumbrado a las situaciones límite, buena parte del personal de residencias se ha visto de la noche a la mañana en medio de una pesadilla en la que podía morir gente si se hacían las cosas mal, y no encontraban apoyos. En el momento en que les dabas la oportunidad de levantar la cabeza de lo que estuviesen haciendo y hablar sobre lo que estaban viviendo, se derrumbaban. Entonces había que dejar que sacasen sus frustraciones, lloraban y se excusaban por lo que pudiésemos señalar como ineficaz o incorrecto; y solo entonces, cuando ya se habían desahogado y les mostrabas reconocimiento por los esfuerzos y los aciertos, podías comenzar a construir algo. Pero este alivio emocional ha sido anecdótico y ha alcanzado a pocos centros; la gran mayoría de residencias no han tenido quien las escuche. Y lo peor puede estar por venir, cuando baje la tensión del día a día y tengan la ocasión de revivir lo que han pasado.

Esto lo sabemos bien en el mundillo de la urgencia humanitaria: Mientras estás en plena faena, la propia excitación del momento te lleva en volandas; pero cuando regresas a casa y te relajas, todo lo malo sale a flote. Es lo que habitualmente se conoce como ‘estrés postraumático’”.

Por otra parte, allí donde sí se habían facilitado teléfonos de ayuda por parte de las instituciones o de los grupos empresariales, existía mucha desconfianza en su utilización, dado el miedo a la falta de confidencialidad a la hora de expresar las quejas, frustraciones y desahogos mediante servicios facilitados por quienes podían percibirse como responsables de la situación, y que no dejaban de ser sus empleadores.

En la epidemia, la salud emocional y mental fue largamente ignorada por las Administraciones o por los grandes grupos que gestionan establecimientos privados.

La situación vivida en las residencias de mayores durante la COVID-19 nunca debería repetirse. Las lecciones aprendidas y las vidas perdidas deberían provocar un cambio profundo. El peligro de que las personas mayores que viven en residencias vuelvan a resultar afectadas no ha remitido; en caso de una segunda ola o rebrote, no hay excusa para no estar preparados, reducir el sufrimiento y limitar al máximo la mortalidad.

La mortalidad excesiva durante esta crisis señala problemas estructurales y sistémicos en relación al modelo español de residencias de mayores; destaca en particular la necesidad de mejorar la atención médica que debe brindarse a quienes viven en estos centros, sean públicos, privados o concertados.

La lógica del modelo de residencias actual responde más a las condiciones del proveedor de servicios que a las necesidades sociosanitarias de las personas mayores. Esto ha tenido un grave impacto directo en su salud y mortalidad: se estima que las personas mayores fallecidas en residencias representan el 69,1% del total de personas fallecidas en España.

MSF opina que el debate no está en si las residencias tienen que pasar al Sistema Nacional de Salud, si deben seguir siendo parte de los servicios sociales, si las competencias deben seguir descentralizadas en las comunidades autónomas, si el modelo debe ser público o privado, o si se

dio atención o no en un hospital concreto. Lo que importa es que las personas mayores, como todas las demás, tengan acceso a una atención médica de calidad, con unos cuidados dignos, independientemente de donde se encuentren.

Especial atención merecen la prevención y control de infecciones y los diferentes elementos del cuidado digno, como son las despedidas, los cuidados profesionales de confort y las visitas o contactos con familiares.

Estas 10 conclusiones contienen las disfunciones y elementos mínimos que deben corregirse para evitar se repita la situación vivida.

PERFIL DE LAS PERSONAS RESIDENTES:

PONERLAS EN EL CENTRO DE LA ATENCIÓN

1. Debido a la gran concentración de mayores frágiles, con

pluripatologías, en lugares cerrados y con cercanía física,

mantener a personas enfermas y críticas en las residencias sin atención médica adecuada multiplicó los contagios, aceleró la mortalidad y produjo situaciones indignas e inhumanas.

ATENCIÓN MÉDICA: MEJORAR LA RESPUESTA

DESDE ATENCIÓN PRIMARIA Y HOSPITALARIA

4. Ante el criterio restrictivo aplicado a la derivación hospitalaria en las CC. AA. con mayor mortalidad de personas mayores, no se propuso alternativa viable y dotada de recursos para atenderlas en otro lugar o en las mismas residencias, dejándolas agonizar, sin la atención médica debida, sin que pudieran despedirse de sus familias, sin derivación ni tratamientos compasivos al final de la vida.

PREVENCIÓN Y CONTROL DE INFECCIONES:

FORMAR Y PROTOCOLIZAR

5. La capacidad en la prevención y control de infecciones (incluido el aislamiento de contactos y casos sospechosos) fue deficiente, así como el manejo de los casos para evitar su agravamiento, fueran o no casos de COVID-19. Las residencias contaban con escasa cultura de PCI y tampoco tenían a personal encargado de formar y supervisar este aspecto.

PROTECCIÓN Y FORMACIÓN DE LOS RECURSOS HUMANOS:

ADAPTAR Y FORMAR

7. Los perfiles profesionales están poco desarrollados en términos de competencias y capacitación y las condiciones laborales son muy precarias. Las bajas laborales no eran sustituidas al ritmo y en ratio adecuados, en un momento en que se necesitaba personal formado, ágil y en mayores proporciones. Sin fuerza laboral, el resto era inviable. El personal cuidador y de la limpieza era clave y no se reforzó a tiempo.

8. Faltaron medidas y medios de protección y formación adaptada, oportuna y con protocolos de uso claros que protegieran a personal y residentes.

DESCOORDINACIÓN Y FALTA DE ESTRATEGIAS:

MÁS LIDERAZGO Y COORDINACIÓN

9. Mostrando descoordinación institucional y falta de liderazgo, las Administraciones priorizaron la respuesta asistencial en hospitales, lo que dejó atrás a las personas mayores en las residencias, a pesar de ser el colectivo más vulnerable y con mayor mortalidad.

10. Es necesario desarrollar un sistema de indicadores de calidad y éticos orientado hacia el impacto en el bienestar y la calidad de vida de las personas mayores en residencias.

Las personas mayores

deben estar en el

centro de toda decisión

y política pública

A lo largo de su intervención contra la COVID-19 en España, Médicos Sin Fronteras desarrolló una serie de respuestas pragmáticas a las dificultades encontradas en las cerca de 500 residencias de mayores a las que dimos apoyo. Son lecciones aprendidas, cuyo objetivo es asegurar que la respuesta a nuevos brotes no esté condicionada por la agenda política o empresarial, el beneficio o la oportunidad, sino por las necesidades de las personas mayores. No hablamos por tanto de recomendaciones estructurales o de cambios de modelo (que no son sujeto del trabajo de MSF), sino del impacto que el modelo actual tiene en la salud de este colectivo. Abogamos por situar a las personas mayores en el centro de toda decisión y política pública que se desarrolle como respuesta a esta situación, para asegurar que no se repita lo sucedido, dignificar el trato y cuidados que recibe este colectivo y reforzar su autonomía como pacientes o grupo de gran vulnerabilidad.

Nos dirigimos tanto a la Administración central como a las Administraciones autonómicas, provinciales y municipales, como responsables de trasladar, desarrollar, supervisar y dotar de recursos la política de prevención y respuesta a la COVID-19 para las residencias de mayores. Es su deber asegurar una actuación más allá de la batalla de competencias, transferidas o plenas, sobre salud y bienestar social. Las medidas y protocolos deben tener como objeto principal y único el bienestar y el cuidado digno de los mayores que conviven en las residencias, su hogar, y la protección de las personas que trabajan cuidándolos.

Debe asegurarse

el personal suficiente

y necesario para

garantizar un cuidado

digno y adecuado

Recursos humanos y materiales:

• Asegurar una ratio de personal que garantice un cuidado digno y adecuado.

• Garantizar que las bajas son cubiertas, revisando al alza las ratios de personal de atención directa.

• Disponer de equipos de recursos humanos de respuesta rápida, con formación en geriatría o gerontología, además de otro personal clave, como limpieza, lavandería y cocina.

• Incluir en los criterios de selección de personal los conocimientos necesarios en cada categoría para la labor asignada en el plan de contingencia.

• En caso de emergencia, poder contratar a personal no cualificado si se le da la formación básica en las tareas propias de su rol en caso de COVID-19, siempre bajo estrecha supervisión.

Asegurar un aprovisionamiento de materiales de protección y fungibles, que incluya almacenamiento de reserva, identificación de proveedores y capacidad de compra (con su previsión presupuestaria correspondiente), así como formaciones de uso prácticas.

Fundaciones, empresas, grupos corporativos, patronal

y entidades privadas o de participación pública, que

gestionan directamente, subcontratan o son propietarias

de residencias de mayores:

En coordinación con el centro de atención primaria correspondiente y la unidad de prevención o entidad designada en cada CC. AA.:

• Identificar y formar en cada centro a una persona o personas referentes en prevención, higiene y control de infección. Debe prestarse especial atención a formar al personal de limpieza y lavandería.

• Asegurar que, en el desempeño de esta labor, cuentan con todas las medidas de protección necesarias, así como de los recursos diagnósticos y terapéuticos requeridos.

• Establecer un stock preposicionado de materiales de protección e higiene;  identificar un canal de compras y suministros, con proveedores y plazos de distribución.

Fiscalía General del Estado (FGE) y Fiscalías territoriales

competentes:

• Asegurar un mecanismo accesible para que residentes, personal y familiares puedan hacer llegar sus posibles denuncias sobre la falta de vigilancia y control, de material de protección, o de dignidad y calidad de la atención médica.

Colegios profesionales y sindicatos:

• Asegurar que un número suficiente de personas reciben formación en prevención y control de infecciones, en particular en el personal de la limpieza y lavandería.

 

 

sábado, 22 de agosto de 2020

msf.es Informe Residencias Covid19 (1)

Enlace informe


 msf.es Informe Residencias Covid19 Agosto 2020

 

Las recomendaciones se dirigen al Gobierno central y los Gobiernos autonómicos; a las empresas, fundaciones y entidades privadas o de participación pública que gestionan o subcontratan la gestión de las residencias; a la Fiscalía General del Estado y Fiscalías territoriales competentes; al Defensor del Pueblo y sus homólogos en las CC. AA.;y a los colegios profesionales y sindicatos.

 

La situación vivida en las residencias de mayores durante la epidemia de COVID-19 en España nunca debería volver a ocurrir.

La mortalidad excesiva durante esta crisis señala problemas estructurales y sistémicos en relación al modelo español de residencias;

Especial atención merecen la prevención y control de infecciones (PCI) y los diferentes elementos del cuidado digno, como son las despedidas, los cuidados profesionales de confort y las visitas o contactos con familiares.

MSF

se centró en aliviar la carga de un personal sobrepasado, desorientado, desinformado y desprovisto de materiales de protección. Como organización médico-humanitaria, MSF incluyó en su respuesta la dimensión más humana y ética: el trato y cuidado digno, y el refuerzo de la autonomía del paciente.

Los mensajes… a las autoridades fueronla insuficiencia en las residencias de EPI y de protocolos y formación adecuados para su uso; la poca claridad de los protocolos de final de vida y despedidas de familiares, con las dificultades que esto último causó; la necesidad de mejorar el trato, cuidados y dignidad del paciente; la ineficiencia y retrasos en las estrategias de diagnóstico; y la falta de recursos humanos disponibles y formados.

El modelo residencial

Sea cual sea el modelo de gestión y gobernanza que se adopte, ha de traducirse en un marco normativo que proteja adecuadamente a las personas mayores. Las deficiencias detectadas en el funcionamiento, con su coste dramático en vidas y sufrimiento, han de subsanarse radicalmente.

3. Falta de formación en la utilización de los EPI de un personal nada habituado al uso de estos elementos. Los EPI, que llegaron tarde, además de ser insuficientes, no siempre estaban adaptados a las necesidades de las residencias.

4. Falta de organización, dirección y recursos humanos en las medidas de control del contagio. Con un número creciente de bajas y sin una estrategia alternativa de contratación, el personal restante tuvo que asumir otras tareas casi médicas (sin instrucciones ni conocimientos precisos), que no eran propias de sus funciones sociales.

5. Limitaciones de los test diagnósticos y falta de capacidad para actuar según los resultados y dar respuesta una vez identificados los casos positivos.

6. Denegación de derivaciones a los servicios hospitalarios para cientos de personas mayores, lo que obligó a las residencias a mantener alojados a pacientes positivos con pronóstico muy grave, facilitando así que el virus se propagara con rapidez, afectando a otros residentes y al personal. Esto impactó directamente en la calidad y cuidados a los residentes y, en muchos casos, probablemente contribuyó o fue causa de fallecimiento.

9. Carencia de atención psicosocial a residentes, personal y familiares.

Conclusiones y recomendaciones

Durante su intervención, MSF pudo constatar que, debido al perfil de las personas que viven en residencias de mayores, muchas de ellas frágiles y con pluripatologías, mantener a quienes cayeron enfermos en espacios cerrados y sin la atención médica y psicológica adecuada multiplicó los contagios, aceleró la mortalidad y produjo situaciones indignas e inhumanas.

La capacidad en la prevención y control de infecciones, que es clave en una epidemia, también fue deficiente.

Pudimos constatar también la falta de medidas de protección y formación adaptada, oportuna y con protocolos de uso claros que protegieran a personal y residentes. Asimismo, los perfiles profesionales estaban poco desarrollados en términos de competencias y capacitación, y las bajas laborales provocadas por los contagios no fueron sustituidas al ritmo y en ratio adecuados.

Finalmente, entre las conclusiones, MSF incluye la descoordinación y falta de estrategias de las instituciones. Las Administraciones priorizaron la respuesta asistencial en hospitales, lo que dejó atrás a las personas mayores en las residencias, a pesar de ser el colectivo más vulnerable y con mayor mortalidad. 

MSF recomienda que se aseguren en las residencias ratios de personal formado que garanticen un cuidado digno y adecuado de las personas mayores, que incluya cuidados paliativos y de confort. Por supuesto, debe asegurarse también el aprovisionamiento de materiales de protección y fungibles, así como almacenamiento de reserva.

Con este informe, el objetivo de MSF es contribuir a evitar que se repita la inaceptable situación de abandono y desatención de las necesidades de salud y cuidados de las personas más vulnerables, nuestros mayores, así como la falta de protección de las personas más expuestas, el personal de las residencias. La asistencia sanitaria a las personas mayores y la protección de quienes las cuidan no son una opción: son una obligación médica, ética, social y normativa.

 

Grup de treball

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