miércoles, 28 de marzo de 2018

TODOS TENEMOS EL MISMO VALOR



Podemos imaginarnos muertos, en nuestro ataúd: con la piel seca y arrugada, como de cartón y los ojos que ya no miran a ningún lugar. El cuerpo inerte presto a la descomposición. Ese es nuestro futuro, no hay porque asustarse.
Abramos los brazos a la muerte, ¡es el desestresante más poderoso que existe!


Nadie es perfecto, ni nosotros ni los demás.
Todos tenemos el mismo valor, independientemente de nuestro sueldo, habilidades o imagen.
Desde el punto de vista de la salud mental, es importante saber, comprender, que la simple existencia ya es placentera, confortable. No hay que correr a ningún lugar para llenar ningún vacío. ¡Relájate!
Brindemos por la vida… ¡y por la muerte!
Lo importante es disfrutar de la existencia, no de cuanto va a durar.
Seguiremos teniendo deseos, no los convertiremos en exigencias; si lo conseguimos, bien y si no también.
La vida es para disfrutarla; amar, aprender, descubrir…
Hagamos  una pregunta: en una vida que dura tan poco y que no tiene mucho sentido, ¿es tan importante lo que nos esta ocurriendo?
¿Qué será de mí y del problema que me preocupa dentro de cien años?
La respuesta es clara: nada; estaré muerto y esta adversidad habrá dejado de tener ninguna importancia.

(Reflexiones desde la Dependencia-Geriatría, que reclama un convenio digno, PORQUE ANTES DE ESTAR MUERTOS ESTAMOS VIVOS. El arte de no amargarse la vida de Rafael Santandreu)

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